Leyenda del tero (1ra. Parte)


Leyenda del Tero

En una parte del gran territorio guaraní vivían dos jóvenes enamorados, y apasionados amantes.
El amor que se profesaban, era la envidia del poblado. Siempre juntos, a los arrumacos.
En determinado momento, decidieron construir su propia choza y formar una familia, contrariando las costumbres de las viviendas multifamiliares.
La decisión de los jóvenes, nunca fue bien recibida por la comunidad, a pesar que su choza estaba cerca de las otras.
Pronto tuvieron dos hijos a quienes amaban, pero el amor de los jóvenes superaba holgadamente a los de sus descendencias. Siempre buscaban el momento para estar solos y compartir toda la pasión que el uno sentía por el otro.
Esta situación de excelsa fogosidad, solía tener como contrapartida, la poca dedicación de ambos padres por sus hijos. Los familiares advirtiendo el peligro, les recomendaron en varias ocasiones que protegieran más a sus niños.
Los embelesados jóvenes, una tarde de verano decidieron ir a un lugar cerca del río para pasar juntos momentos de pasión. Así lo hicieron. Cuando a las horas volvieron a su hogar, no encuentran a los dos niños.
Ambos desesperados, comenzaron a buscar sin éxito a sus hijos, por todos lados.
Les preguntan a sus familiares y amigos si los habían visto. Varios dicen, que a esa hora escucharon un silbido, como el de un pájaro, rápidamente entendieron lo que podía haber sucedido.
Los desaprensivos padres, eran los únicos que no comprendían la situación de sus hijos. Rápidamente, el comentario de un anciano vecino, los hizo tomar conciencia:
–Fue Yasy-Yateré1 –afirmó, para continuar con el relato:
“–Cuando sentí el silbido, rápidamente salí a buscarlo, sabía que algo pasaría, justo lo veo cuando entra al monte con sus dos hijos, corrí y alcancé a tocar su bastón de oro. No pude hacer más.”
El relato del anciano, logró poner los pies en la tierra de los amantes, hicieron todo lo posible para que Yasy–Yateré devolviera a los pequeños: desde dejar por todas partes pencas de tabaco hasta caña para así, emborrachado, poder recuperarlos.
Durante días, semanas y meses, los padres agotaron todos los recursos posibles, estaba claro que Yasy–Yateré había hecho lo peor con los niños: ahogarlos en el río, luego de cansarse de jugar con ellos.
Una noche, los padres abrazados por el dolor, terminaron amándose hasta el amanecer. Cuando despiertan, se encuentran ante la presencia del dios Tupá, quien estaba indignado y furioso por el comportamiento de estos dos jóvenes padres.

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