Leyenda de la jacana (Final)



Al llegar al río, la joven se sorprende al ver a todas las mujeres del pueblo juntas, la cortesía de sus acompañantes se había terminado y pasan a la recriminación por su vida licenciosa.
Ante la reprobación de todas las mujeres a la conducta lujuriosa de la acusada; la joven atinó a justificarse, explicando que era su instinto el que la hacia actuar de esa forma; nunca pretendió deshonrar a ninguna de las mujeres del poblado.
El descargo no perturbó los planes, así que las mujeres le ataron las manos y los pies, de la cintura hicieron colgar una piedra de gran peso, ante los gritos de súplica de la joven, sin ninguna piedad, la arrojaron al río.
Los hombres del poblado, sabían lo que sus mujeres estaban haciendo; ninguno acudió al auxilio de la infortunada beldad. Cuentan que los hombres esperaban que los dioses la convirtieran en sirena y así poder seguir disfrutando de sus placeres.
Cuando el infortunio había llegado a su final, las mujeres se retiraron alegres a ver a sus hombres.
A la orilla del río aparece la hechicera. Jasy, a la distancia, había presenciado el horripilante suceso. Se puso de rodillas a la orilla del río, imploró a Arasy1 que se ocupara del alma de la desdichada.
La diosa le pidió templanza a Jasy. De repente se ve salir del agua a seis hermosas aves, una más grande que el resto. Era la joven convertida en ave; el resto eran cinco machos de la misma especie.
Arasy, le dice a la joven, que ahora podrá seguir su instinto y su vida estará restringida al agua y no mucho más, debiendo seguir las normas de la naturaleza.
Así las jacanas, pueden tener hasta cinco congéneres masculinos y visitarlos en sus territorios, solo en la época de reproducción.
El pueblo, después de la llegada y desaparición de la joven, no volvió a ser igual. Nadie se atreve asegurar si ese cambio fue para bien o para mal, o simplemente la corta aparición de la joven, hizo emerger lo oculto y reprimido.

1. Madre del cielo en la mitología guaraní

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